El Segundo Mandamiento:
“No te harás imagen…”
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás á ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, á los que me aborrecen, Y que hago misericordia en millares á los que me aman, y guardan mis mandamientos.” (Exodo 20:4-6)
El segundo mandamiento prohíbe la adoración del Dios verdadero en una manera falsa y prohíbe también la fabricación de imágenes.
Imágenes: En esta prohibición están incluidos los ídolos, imágenes y muñecos de oro, plata, yeso, etc. que se encuentran en los templos católicos. Este mandamiento trata con la adoración de Dios a través de las imágenes. El texto dice: “No te inclinarás ante ellas, ni las honrarás”. Es importante señalar que este mandamiento no prohíbe el arte, la pintura o la escultura, sino que prohíbe el uso de imágenes religiosas en la adoración de Dios.
Algunas personas creen que se prohíbe que hagamos imágenes de cualquier cosa. Si esto fuera así, entonces estaría prohibido sacar fotos, ver la televisión, el cine, los periódicos, revistas e incluso el uso del dinero, pues aún los billetes traen imágenes. Tal interpretación de este mandamiento es absurda. El mandamiento incluye cualquier semejanza de las cosas en el cielo, en la tierra y en las aguas debajo de la tierra para adorar al Señor.
Entonces, no importa si es un crucifijo, un dibujo, una medalla, un escapulario, un cristo, una virgen o algún supuesto santo. También cualquier otro objeto que “sirva” para dar protección contra los peligros, accidentes, enfermedades o para hacer huir a los malos espíritus (brujerías y supersticiones tales como los amuletos, los signos del horóscopo, etc.). Todas estas cosas son prohibidas por Dios en el segundo mandamiento.
Igualmente prohíbe el uso de figuras y estatuas de Jesucristo como hombre, porque todas ellas se hacen en la semejanza del hombre ideal, tal y como es concebido por los hombres. En este punto debemos advertir acerca del peligro de que un mal uso del material didáctico en la escuela dominical se convierta en una transgresión de este mandamiento.
¿Para qué sirven las imágenes?
¿Qué dicen aquellos que hacen uso de las imágenes y estatuas en la adoración para defenderse y justificar el uso de tales objetos? ¿Cuál es su propósito? Su respuesta a estas preguntas siempre es la misma: dicen que las imágenes nos ayudan en la adoración de Dios. Los grupos católicos dicen que tales objetos nos ayudan a acordarnos de Dios y a estar conscientes de su presencia. En otras palabras dicen que los ídolos son una manera para dar sustancia y realidad a nuestro concepto de Dios. Dicen que sin imágenes, sin cuadros y sin estatuas, la adoración resulta más difícil. Las imágenes son una representación visible de Dios que nos ayudan a concentrarnos en El.

Algunas veces se disculpa esta transgresión del segundo mandamiento argumentando que no se está adorando al ídolo, sino sólo venerándolo. Sin embargo, las mismas personas que veneran no pueden explicar cuál es la diferencia entre adorar y venerar. La verdad es que por más que quisieran demostrarlo, en realidad no existe ninguna diferencia entre adorar y venerar.
¿Por qué Dios prohíbe las imágenes? ¿Por qué prohíbe Dios la fabricación de ídolos o la adoración por medio de imágenes?
Vamos a dar cuatro respuestas.
En primer lugar, Dios prohíbe cualquier intento de hacer una imagen o una representación visible de El, porque no es posible hacer una imagen verdadera de El; nada es capaz de representarlo. La naturaleza y el carácter de Dios no pueden ser representados por medio de ninguna imagen. En otras palabras, Dios como Espíritu, no tiene ninguna semejanza a las cosas materiales de este mundo. Cristo dijo en Jn.4:24, “Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.


Todos aquellos que fabrican ídolos junto con aquellos que los respetan y veneran, manifiestan abiertamente que no conocen a Dios y que no saben nada de su gloria. Por ejemplo, cualquier persona que entiende la realidad de la omnipresencia de Dios (que Dios está en todas partes), no puede hacer ni mucho menos adorar a un ídolo. ¿No sería ridículo postrarse ante un cuadro del presidente de México cuando uno estuviera en la presencia del presidente mismo? La naturaleza espiritual de Dios y su omnipresencia dan por hecho que Dios no puede ser adorado ni honrado a través de ningún ídolo ni imagen. No es necesario hacer una representación física de alguien cuando éste ya está presente.

Solo aquellos que tienen ideas falsas y conceptos erróneos de Dios pueden honrar las imágenes que supuestamente le representan. Solamente aquellos que no saben nada de su verdadera naturaleza y carácter son engañados y caen en este pecado. Dios toma sus imágenes como un intento de disminuir su verdadera gloria y blasfemar su persona gloriosa. De hecho, Dios mismo dice en Exodo 20:5 que tales personas no le aman sino por el contrario, le aborrecen. Muchas personas se escandalizan con la idolatría de las tribus antiguas del mundo, quienes adoraban piedras, troncos, volcanes, supuestos extraterrestres, etc. sin darse cuenta que ellos están cayendo en el mismo error.
En segundo lugar, Dios prohíbe las imágenes porque enseñan mentiras. Cada imagen o representación de Dios no es sólo una mentira acerca de El, sino que también enseña mentiras acerca de El. Las imágenes no solo sugieren ideas falsas acerca de Dios, sino que imprimen en la mente humana errores de todo tipo respecto a su carácter y su voluntad. En Romanos capítulo 1 el apóstol Pablo explica cómo los idólatras cambian la verdad de Dios por una mentira (1:25). Habacuc 2:18 dice lo mismo: “¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo? ¿la estatua de fundición, que enseña mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra?” Cada ídolo o imagen enseña mentiras porque representa a Dios en una manera falsa y así le blasfema. Cualquier persona que piense debe darse cuenta de que Dios como un ser vivo, eterno, infinito y personal, no puede ser representado por un pedazo de madera o yeso. Las imágenes mienten porque pretenden representar a Dios cuando en realidad no lo hacen.
Las imágenes mienten en primer lugar, porque limitan a Dios quitándole sus atributos. Limitar a Dios es lo mismo que negarlo. Segundo, mienten porque distorsionan su carácter. Muy lejos de revelar el carácter verdadero de Dios, las imágenes le presentan en una manera equivocada y deforme. Tercero, las imágenes mienten porque obscurecen la verdad acerca de Dios. Es decir, ocultan al Dios verdadero en lugar de revelarlo. Cuarto, las imágenes mienten porque le reducen a un nivel meramente humano; peor aún, “le encierran” en un pedazo de yeso y dan la idea de que puede ser controlado y manejado por los hombres. Quinto, las imágenes mienten acerca de Dios porque niegan su verdad y su gloria.

En tercer lugar, Dios prohíbe las imágenes porque destruyen la naturaleza verdadera de la adoración. La naturaleza misma de la adoración excluye el uso de imágenes ¿Por qué? Porque Dios quiere que se postren ante El y no ante una imagen. Dios quiere que le adoremos con todo nuestro corazón; quiere la veneración que viene del alma y del espíritu, no un rito externo que no es más que el movimiento de nuestros labios o nuestro cuerpo. Millones de personas se han acercado a un ídolo y se han inclinado ante él; sin embargo, estas mismas personas jamás se han inclinado ante el Dios verdadero, ni tampoco se someterán a El.

El cuarto motivo por el cual Dios prohíbe las imágenes es porque destruyen la naturaleza verdadera de la fe. La verdadera fe cristiana está basada en la revelación que Dios nos ha dado de sí mismo en su palabra escrita. Dios se ha manifestado no por medio de una imagen, sino por medio de un libro y por medio de una persona. El libro es la Biblia y la persona es el Señor Jesucristo.


Las imágenes mentales de Dios:
No todas las imágenes falsas de Dios están solo en los templos católicos o paganos; también existen en las mentes y los corazones de los hombres incrédulos. Con frecuencia se oye decir frases como la siguiente: “Me gusta pensar en Dios como ‘el gran arquitecto o artista’ o yo no pienso en Dios como un juez, sino sólo como un padre amoroso”. Es importante señalar que quienes se sienten libres para pensar de Dios como a ellos les gusta, también están quebrantando el segundo mandamiento. No tenemos el derecho para pensar en Dios como nos guste.
La triste realidad es que todos los que no conocen al Dios verdadero fabrican o inventan un Dios falso en sus mentes. El mundo está lleno de personas que sostienen ideas falsas acerca de Dios, y esto es debido a que se niegan a creer lo que Dios ha dicho de sí mismo en su palabra. Es en este sentido que podemos hablar del dios de la imaginación del hombre. Cada uno debe preguntarse ¿Cuál es la imagen de Dios que tengo en mi mente? ¿Acaso no tendremos una imagen falsa de Dios en nuestros corazones? Cuántas personas preferirían que Dios fuera como ellos piensan y no como en realidad es.
¿Cuáles son algunas de las características de este “dios” imaginario, que existe solo en la mente de los hombres? En breve podemos decir que es un dios más semejante a un hombre que al Dios verdadero. Es un dios compuesto de puro amor, que ama a todos los hombres sin importar sus pecados, un dios que no castiga el pecado en el infierno, un dios impotente y frustrado que no es capaz de hacer su voluntad, un dios débil e indulgente que puede ser dirigido, manipulado y aún sobornado por los hombres. Es el dios que existe sólo para cumplir los caprichos y deseos de ellos, un dios de bolsillo que tiene que sujetarse al supuesto “libre albedrío” de los hombres; en fin, un dios que no es santo ni soberano y realmente indigno del nombre “dios”.
Aquí queda al descubierto la fuente y el origen de toda idolatría. A los hombres incrédulos y rebeldes, les gusta fabricar para sí mismos un dios semejante a ellos.
La idolatría y la ira de Dios:
Todas las personas que adoran ídolos o que respetan las imágenes religiosas en cualquier sentido son señaladas por Dios como los objetos especiales de su ira y su castigo. Dios dice en Exodo 5:20 que todos los idólatras le aborrecen y en Deut.7:9 Dios dice que dará el pago en su cara a quienes le aborrecen, destruyéndoles. Dice que no dilatará el castigo a quien odia, sino que en su cara le dará el castigo. Entonces, la idolatría es un pecado que despierta la ira de Dios en una forma especial.

¡Con razón debemos entonces guardar la advertencia apostólica, “Hijitos, guardaos de los ídolos¡” (1 Jn.5:21).
Por Thomas Montgomery
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